domingo, 1 de enero de 2012

Tag für Tag

Empezó a rodar otro año, más tranquilo y con mejores augurios. Sonrió una fresca mañana, de esas mañanas a las que no les importa si alguien padecía en algún lado, o si alguien decidió que esa mañana no era lo suficiente bella para respirarla más...

Yo veo cada mañana como un regalo, es un ejemplo de Dios que demuestra que simplemente después de la oscuridad y la fría noche siempre amanece. Un constante recordatatorio que nos juega la vida todos los días, vida y muerte, ciclos que empiezan y terminan, ciclos que corren proyectados en cintas infinitas...

Todas las mañanas son iguales, siempre amanece. A veces calurosa, a veces fría y nublada, pero siempre amanece, siempre igual, sin importar si pasa de un año a otro, hacemos especial a una noche cualquiera, como si  lleváramos una medición exacta de los días de nuestra tierra... Sólo sabemos por las arrugas que nos muestra la tierra y el pasado estrellado en el cielo, calculamos, aproximamos, pero ¿Quién asegura la exactitud? Perfecto el tiempo es, incierto su nacimiento.

Así corren las mañanas, aunque esté enferma y enredada en mis cobijas o andando debajo del sol, así corren los segundos como gotas de agua que lleva el río. Elijo disfrutar esta mañana, porqué sé que mañana estaré mejor, como el día y la noche.

Lo único constante en esos rutinarios días es el cambio que elijo hacer, hacer frente a las consecuencias de las desiciones del ayer. Como esas cicatrices que marcan nuestra piel recordando nuestro aprendizaje o de esas caries, causa de aquellas veces que te ordenaban ir a cepillarte y rebelde no lo hacías, de esos padres que te dejaron ser, que te educaron como más les pareció conveniente, dándote la tarea de cubrir tus heridas, operarlas, reemplazarlas o simplemente llevarlas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores